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En América Latina, aproximadamente un 70% de las personas que nacieron sordas o adquirieron la sordera antes de aprender el lenguaje oral, presentan lo que se llama analfabetismo funcional respecto de la lengua de la mayoría (un nivel de lectura y escritura de la lengua oral de un equivalente de 4to año de enseñanza básica primaria). Esto no implica incapacidad, implica que se tiene otra lengua y que la educación, al haber sido oralista, les impidió el aprendizaje en calidad de la segunda lengua. Estas personas pueden perfectamente ser excelentes trabajadores en industrias, mecánica y otros muchos rubros, pero se debe asumir que para comprender la comunicación verbal elaborada, requieren el uso de la lengua de señas.
Si se manejan con lectura labial, en las comunicaciones presenciales podrán comprender todo lo que se diga, si quien habla asegura que su rostro sea observado por la persona sorda: sus labios se muevan de manera natural (no forzada), no muy rápido, y queden visibles (sin taparse la boca con las manos, sin bigotes). La vista puede “leer” a una sola persona hablando por vez y a una distancia cercana; es imposible entender a varios al mismo tiempo o seguir a un presentador en una conferencia, dado que demanda una gran concentración visual y mental.
“Es importante considerar que muy pocas personas sordas pueden comprender todo en una comunicación oral, eso también es un mito, ni yo misma puedo; sólo lo logran quienes tienen restos auditivos o usan implante coclear, y cada caso no es comparable” (Pamela Molina, Programa Inclusión Social y Laboral, Trust for the Americas).
Si su forma de comunicarse es mediante lengua de señas, a menos que el resto de los presentes utilicen dicho medio, requerirá de un intérprete. Quienes se comunican mediante lectura labial se expresan oralmente; por ello su dicción suele ser más clara que la de quienes utilizan lengua de señas (aún pudiendo expresarse oralmente). En este último caso el intérprete es necesario tanto para comprender al resto como para hacerse comprender.
Los programas de pasaje de lo expresado oralmente a texto escrito, al incorporarse a las computadoras de las personas sordas y de sus interlocutores, resultan valiosos.
Personas sordas y situaciones imprevistas
Las personas sordas saben cómo descubrir los avisos gráficos y los textos en las carteleras. Es su recurso para enterarse de novedades. Sin embargo, los imprevistos suelen anunciarse de manera sonora, y dado que a los sordos no se les nota la sordera, tienden a no enterarse y sufren las consecuencias (no cumplir con el cambio de horario o de programación, no llegar a un festejo espontáneo, no enterarse de una emergencia). Los teléfonos celulares con mensajes de texto, y aviso mediante vibradores, así como los chat en tiempo real, son una solución en tanto se incorporen como recurso de información y comunicación alternativa permanente.
“Cuando tu problema termina comienza el mío”, dijo una sorda a un compañero usuario de silla de ruedas, al llegar ambos a una reunión. Las dificultades del viaje quedaban atrás (conseguir un transporte en el cual viajar con la silla, las veredas irregulares y angostas, las bajadas de cordón). Ahora comenzaba la reunión en la que ella tendría que comprender lo que se decía. Para ello, otra compañera, ciega, tipeaba velozmente en su PC todo lo que se decía. Se sentaron en círculo, como para propiciar el intercambio, y para que la compañera sorda visualizara quien tomaba la palabra en cada oportunidad. Se nombraba a quien hablaba, para que la compañera ciega supiera de quien se trataba” (Testimonio REDI. Buenos Aires).