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"Otra forma de crear un entorno inclusivo y de respeto por las diferentes identidades, es dar el espacio para que la propia persona sorda trabajadora enseñe lengua de señas a sus compañeros de trabajo. Es lo que hemos hecho en mi entorno laboral, al principio hacía las clases dos veces por semana, media hora antes de la hora de colación y ahora, por la recarga laboral, lo hemos dejado para una vez cada quince días.
Es un espacio de relajo, de interacción a nivel humano, donde no sólo aprenden lengua de señas y se comunican más efectivamente conmigo, sino que además aprenden acerca de la diversidad legítima de modos de vivir, de ser y de generar cultura. Nos reímos, relajamos, nos hacemos más amigos y todas y todos aplican la lengua de señas en las conversaciones cotidianas y las salidas fuera del trabajo. Su práctica informal de la lengua de señas me permite a mí sentirme incluida y aceptada tal como soy, como Persona Sorda, sin tener que usar forzosamente las
herramientas orales de una cultura hegemónica oyentista".
(Testimonio Pamela Molina, Gerente Programa Inclusión Social y Laboral, Trust for the Americas).
La persona sorda puede acceder a la información y comunicarse con otra persona a través de las herramientas virtuales, los mensajes de texto y/o la lectura de labios.
Sin embargo, es difícil que siga una conversación cuando hay más de dos personas. En este caso se requiere de un intérprete de lengua de señas que pueda darle sentido al diálogo. Es común que la persona sorda está aislada delante de la PC y no participe de los debates ni de la vida social dentro del trabajo.
Las empresas tienen muchas instancias de relación con el mundo y el sumar un posible capital humano que sea intérprete de lengua de señas puede serle muy útil para la atención al público. Es importante, entonces, evaluar de qué manera puede congeniar su tarea con relación al trabajador sordo.