Inicio > Diferentes lógicas de comportamiento... > Lógicas de percepción de personas con discapacidad visual
Existe una diversidad de situaciones entre quienes no ven absolutamente nada, y quienes perciben formas, cambios de intensidad de luz, contrastes de color, incluso imágenes (sin poder retenerlas más que fracciones de décimas de segundos; o con visión sólo central o periférica). Estos restos visuales resultan valiosos para orientarse en un recorrido. Quienes son ciegos desde pequeños o desde hace años los combinan con percepciones propioceptivas y ecolocalización.
El recurso táctil es el más difundido, sistematizado y utilizado para enseñar a quienes quedan ciegos. A diferencia de la vista, que registra las características de un espacio a tal velocidad que es percibida como instantánea, el tacto es lineal. Se percibe un espacio o un recorrido paso a paso, toque a toque, mediante el bastón.
Al igual que un visitante en un territorio desconocido, una persona ciega requiere de elementos de orientación e identificación y, generalmente, le asigna este rol a recursos pre-existentes como guías para avanzar por un recorrido continuo: una pared; un borde; un límite continuo entre dos solados diferentes; mojones (como los de la carretera), que dan cuenta de una secuencia en el recorrido o de la llegada a un punto significativo (para doblar, entrar); un cambio en el solado en sentido transversal; una baldosa rota o diferente; una pared guía que de pronto se curva o se termina. Mojones y sendas brindan a los ciegos seguridad y consolidan su sentido de orientación.
El bastón ayuda a reconocer el camino, y anticipa información respecto de las condiciones del mismo, especialmente si hay un obstáculo (una columna, equipamientos). Pero hay datos que se escapan: si hay una irregularidad o una oquedad, a menos que el toque del bastón focalice en esa área, no es detectada. La presencia de desniveles no están señalizados genera inseguridad, así como toda escalera que no cuente con pasamanos. Para las personas ciegas los desniveles constituyen un grave riesgo, tales como los andenes o balcones sin protección (por ejemplo en un estanque). Por otra parte, los obstáculos por encima de la altura de la cintura (el extremo superior del bastón) son imposibles de detectar, lo que torna a todo elemento aéreo que sobresale muy riesgoso (un cartel, un bajo escalera, una ménsula). Basta observar la frecuencia con que personas ciegas se lastiman la cabeza o la cara. Para prevenir estas situaciones se concibió el concepto de volumen libre de riesgo: un recorrido que en toda su extensión, en todo su ancho y su alto, debe estar libre de obstáculos, desniveles e irregularidades.
Las personas que no ven no tienen problemas de acceso a la escritura si cuentan con la formación y los medios: desde el sistema Braille como método manuscrito, pasando por las máquinas de escribir Perkins (con teclas identificables mediante sistema Braille), hasta los actuales programas digitales de lectoescritura con trascripción oral de lo escrito (que permiten verificar lo escrito y corregirlo). Programas de lectura sonoros, tales como el Jaws, posibilitan utilizar las computadoras. Al igual que en los itinerarios para trasladarse físicamente, el recorrido por las páginas web es también lineal. Por ello, su diseño accesible prevé un barrido a través de los menús y asegura que cuenten con interfase oral que lea en forma audible los contenidos.
Las personas que ven muy poco combinan los recursos de quienes no ven con otros tales como alto contraste de color y amplificadores de texto.