Inicio > Marcos Contextuales > Un desafío posible
Con la puesta en vigencia de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el derecho a trabajar en igualdad de condiciones que los demás, es un derecho ganado y está fuera del plano de la discusión. Las leyes y normativas a distinta escala, tendrán que ir modificando su letra para ajustarse a estos principios internacionales que atraviesan las estructuras nacionales. Es decir, aún existiendo contradicciones, o con ausencia de normativas específicas, este pacto internacional se impone por encima de ellas.
En este marco, la accesibilidad se presenta como un conjunto de principios cuyo cumplimiento se fundamenta en el acceso a los derechos sustantivos y el trabajo es uno de ellos. Esta situación coyuntural puede estar circunscribiendo el tema a cuestiones legales. Sin embargo, resulta fundamental ampliar la perspectiva, visualizando oportunidades y herramientas que brinda la accesibilidad para su propia materialización.
Las experiencias en ámbitos laborales resultan aún escasas y novedosas, pero los ámbitos domésticos proveen mucho material de base.
Al observar cómo se las ingenian las personas con discapacidad para construir soluciones que les permiten desarrollar tareas en su vida cotidiana, aún estando en su gran mayoría por debajo de la línea de la pobreza, se nos empieza a revelar que los cambios son posibles.
Gladis –usuaria de silla de ruedas- trabaja en un comercio a la vuelta de su casa. Sus hijos o alguna amiga, la ayudaban -por la calle que, aun siendo de tierra, resultaba mejor opción frente a las mejoras hechas a la entrada de cada casa-. Los días de lluvia no podía salir.
“Con los vecinos juntamos todos los años un fondo y vamos haciendo mejoras en el barrio. El año pasado decidimos construir veredas y resolvimos que el primer tramo -de senda de hormigón continua- fuera el de mi cuadra".
(Testimonio en jornada de accesibilidad. Florencio Varela, Buenos Aires, Argentina)
La construcción de soluciones de accesibilidad se apoya en evidenciar cuál es el problema a resolver (llegar de aquí hasta aquí), dónde está el desajuste (no existe una superficie continua y lisa que le permita rodar con su silla) y finalmente, cómo lo podemos modificar (hacemos una senda de hormigón).
Experiencias transitadas indican que, entrando en escena la persona concreta, los desajustes se pueden resolver de forma “muy” sencilla operando con los elementos ya existentes.
Organizaciones afines a los movimientos de inclusión, ya lo están poniendo en práctica.
Una iniciativa a tomar previa contratación sería conocer, con qué ya cuenta el edificio y su planta operativa, en términos de accesibilidad y cuál es su organización interna. Cabría preguntarse: ¿cuántos empleados de la organización tienen un familiar con discapacidad? ¿Estaría la organización dispuesta a brindar su apoyo para abrirle una oportunidad de empleo? Para hacer el análisis diagnóstico, puede requerirse del apoyo de consultoría externa.[1]
El trabajo de profesionales de planta y la coordinación de un consultor especializado dejarán como valor agregado bases para el trabajo futuro.
Todo lugar es potencialmente accesible. No se trata de abarcar el todo a partir de la nada, sino de construir orgánicamente la inclusión desde el lugar de fortaleza y luego transitar la propia experiencia.